miércoles, 8 de diciembre de 2010

Un susurro...

...o eso es lo que creía que era.
Aquella noche, sólo se oían los árboles,sólo al viento... ambos tirados en la arena, intentando coger el bronceado de las estrellas. No hacía frío, no contigo al lado.
Una gran ventana hacia infinidad de mundos, todos a nuestro alcance y a la vez ninguno nos complacía, nos empeñamos en crear el nuestro propio.
Un jardín plagado de verde, no cabía otro color.

"¡Anda mira! ¡Un río!" - dijiste.
Sí, era un maldito río, como la vida, tan llena de gotas de agua que apenas se puede diferenciar una de otra, es más... no se puede.
"Ven, vamos por aquí" - dije agarrándote del brazo.
Tu sonrisa (sí, esa que me quita al sueño) agarró mi mano de tal manera que pude sentirte, me encantó.
Directos hacia ningún lugar, nunca había caminado tan seguro.(¿Qué raro verdad?)
Yo no diría que los relojes se pararon... para mí, comenzaron a girar descontroladamente. El tiempo pasaba asquerosamente rápido. Disfrutaba tánto(sí con acento, me atrevo a faltar al respeto al diccionario de esta manera...la palabra, pese a no existir, define mejor lo que quiero decir) de tu compañía que ni la lluvia conseguía hacerme sentir un escalofrío, tú robabas toda mi atención.

"Hace una noche preciosa" - te oí decir en voz baja.
"Es gracias a tí" - no me atreví a decir yo.
"¿Qué prefieres, el día o la noche?" - preguntaste.
"Es preciosa..." - seguía diciendo yo sin decir nada.
"A mí la noche me hace sentir más humana...el frío me hace necesitar volver a ser de sangre caliente..." - continuaste diciendo.
"..." - no salía ni una palabra de mi boca. Todo yo me encontraba ausente.
"Como me sigas mirando con esa cara voy a pensar que eres bobo de verdad" - alegó y poco después me regaló su sonrisa con una carcajada.
Acto seguido y envalentonado me dispuse a hablar, pero ella se levantó y se sumergió aún más en el pequeño bosque de aquel parque.Sin dudarlo, la seguí.
"¡Oye! ¡No me dejes atrás!" - grité.
Una mano me detuvo al instante, me giré y sin mediar palabra quedé enmudecido por un gesto que llevaba deseando toda la noche.